Viaje por el atardecer
Video: Víctor Manuel Herrera
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Generación 72
Siento paz contemplar las ondulaciones de las montañas, y ese viaje espiritual que las imágenes entregan, el agua del rio iluminado por el sol del atardecer, viajero lento, armonioso, seguro de no perderse, su instinto de hijo natural lo lleva a encontrarse con una madre lechosa que lo espera con brazos abiertos.
El mar, el cielo con nubes algodonadas blancas, los cuerpecitos al contraluz de las cientos de gaviotas volando en un festín de agradecimiento, me hace expandir el alma de oxigenado renacer.
Atardecer de colorido adiós al día, la tierra dejándose besar por los últimos rayos del sol. En el horizonte un mar en movimiento ondulante se deja escuchar musical.
Todo este paisaje es una gran mano que espera pasiva para darnos un inquieto recibimiento, el silencio es su voz, los socavones de la madre tierra reseca por el sol, son el tatuaje contemplativo de este marco de armonía
Todo este paisaje es una gran mano que espera pasiva para darnos un inquieto recibimiento, el silencio es su voz, los socavones de la madre tierra reseca por el sol, son el tatuaje contemplativo de este marco de armonía
Paisaje distancia, espejismo del ayer, recuerdo de tiempo inmemorial, pintado con pinceles sutiles del creador, nos deja con la esperanza que el hoy es todo lo que importa y debemos entregarnos a su abundancia.
Las luces de la ciudad van iluminando la noche una a una, y ella, él, yo y tú, nos entregamos a la noche que nos abraza serena tranquila, escuchamos su idioma, susurro viajero venido desde el universo.
No hay imagen más hermosa poder entregarse al movimiento de los juncos en el tras luz de la luz y posar la mirada en las aves que pescan su último bocado antes de ir a dormir y el juego que hace la luz al posarse en el agua de la laguna, es el desierto allá en la distancia sobrecogido por el silencio que emana de su espíritu quien se deja besar por esta imagen.
La caricia envolvente del viento que pasa raudo, se enreda en las hojas de los árboles y cabriola el agua en miles de ondulaciones apenas perceptible.
Las aves aletargadas se van a dormir cubiertas por el más nítido, límpido cielo en el planeta.
Caballos alados se ven raudos por el cielo, cabalgando la noche, y tan pronto las primeras luces del crepúsculo aparecen, dan la bienvenida al nuevo día, que con su amanecer nos enseña la reverencia, el respeto debemos profesar a la madre naturaleza.
Ella es nuestro único hogar que tenemos, estamos conectados a su cordón umbilical, ella nuestro cable espiritual, cuidemos de su delicadeza, fortaleza y de su dominio sobre todos nosotros, aprendamos a conectarnos con ella, caminemos con ella de la mano, después de todo somos sus hijos más inteligentes, entonces aprendamos de su cordialidad, su entrega. Ella nos da todo,sin pedir nada a cambio.
Sin tan solo entendiéramos, ella está obedeciendo a un instinto sublime de cuidarse a sí misma dentro de un útero mayor, el infinito, seriamos tan luminosos como ella se ve desde el espacio sideral, su vestido seria diseño de millones de luciérnagas, prendiendo y apagando, como es nuestro cielo es para sus estrellas.
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